domingo, 29 de noviembre de 2009

El arte es de quien lo trabaja

Algunos de los escritores mexicanos mas sobresalientes de los últimos lustros participan en esta Serie.

El capítulo primero presenta a Joséfa Ortiz, personaje abordado con una narración desenfadada y poderosa por F. G. Haghenbeck, autor entre otros libros de la novela Aliento a Muerte, y co-autor junto con Humberto Ramos de la serie de vampiros Crimson, del sello Cliffhanger. Ambos han sido los autores mexicanos mas sobresalientes de la industria del cómic gringo de los últimos años y han alcanzado gran popularidad en ambos países con su obra, colaborando con tipos como Roberto Meglia y Jeff Scott Campbell.

En manos de Haghenbeck, Josefa Ortiz deja de ser la aburrida estampa señera de los libros de la SEP, para convertirse en una mujer de carácter fuerte y personalidad decidida. Sigue vistiendo horrible con esas enaguas coloniales y ese chongo sobre la cabeza tipo cebolla, pero se habla de tu a tu con los caudillos de la independencia mientras les sirve su chocolatote como buena anfitriona; y manda al diablo a Iturbide cuando en los albores de su efímero imperio la invita a formar parte de la rotonda de los héroes de la patria. Josefa es pues, la contraparte del gris Corregidor Miguel Dominguez, que le heredó para la posteridad su apellido (el De-Dominguez, que hemos omitido a propósito en esta obra) y su cargo político, ya que siendo él el Corregidor, hoy se le conoce a ella como La Corregidora, y la casa donde vivieron (la corregiduría, hoy sede Casa municipal del gobierno de Querétaro) se llama hoy Casa de la Corregidora.

Partiendo de la anécdota y el hecho de que en la Nueva España se bebía harto chocolate, Haghenbeck arma con ello y una buena noción de la historia, un relato que al mismo tiempo que presenta a Josefa, nos introduce a la guerra de independencia que está a punto de estallar. Es emocionante ver desfilar de un cuadro a otro a Miguel Hidalgo, Allende, Aldama, Napoleón, Goya, Carlos IV, Fernando VII... para volver siempre al omnipresente chocolate, como si el aroma nunca se hubiera ido a pesar de las antorchas y el gentío que desfila por todos lados.

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